IIDS/IILS. Mayo 2020. El 05 de mayo de 2020, el presidente de la Comunidad Nativa Tres Islas, junto a diferentes organizaciones de pueblos indígenas y de la sociedad civil del Perú, participó en el Foro Social de la Sala de Coordinación y Respuesta Oportuna e Integrada a la crisis en relación con la pandemia del COVID-19 (SACROI COVID-19) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a fin de poder exponer como vienen siendo afectados por el Covid-19.

En su exposición el presidente manifestó las medidas que han adoptado para el control de su territorio y así prevenir que el virus llegue a su comunidad. Es así que, en base a su autonomía y jurisdicción, como medida de seguridad, han cerrado las rejas de ingreso al territorio de la Comunidad, hasta que concluya la pandemia a fin de evitar el contagio de sus miembros.

También informó que a la fecha ningún comunero está infectado, pero le preocupa en gran medida el estado actual de la posta médica de la Comunidad, la cual no cuenta con medicamentos ni implementos en caso se presente algún caso de Covid-19.

Sobre la situación de la educación, señaló que se han suspendido las clases presenciales y el gobierno ha dispuesto la implementación de las clases virtuales, por radio y por televisión. Lamentablemente, la señal no llega a toda mi comunidad, tenemos que irnos hasta un mirador que está a una, distancia considerable, es por eso que tenemos problemas en el desarrollo de las clases porque estas se cortan, entre otras dificultades. Por eso, los niños no pueden acceder a estas clases de forma adecuada afectando su educación.

Asimismo, el presidente denunció el ingreso abrupto que sufrió la Comunidad en el mes de marzo por parte de la Policía Nacional y de la Marina de Guerra del Perú, quienes con 7 vehículos ingresaron violentamente sin razón justificada, y este cuyo grupo de efectivos no portaba mascarillas, guantes u otras medidas de protección sanitaria para evitar contagiar a la Comunidad el COVID-19, a pesar de que se acercaron a varias comuneras y comuneros a menos de un metro de distancia para arranchar, prácticamente, las llaves del portón de ingreso a la comunera encargada de la portería.